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Misiones y Corrientes. Sus coincidencias para proteger su naturaleza.

Difundir el amor

Hacen no muchos años, las provincias de Misiones y Corrientes comenzaban a evidenciar claras muestras acerca de sus intenciones para cuidar su patrimonio natural.

Corrientes había dado un paso fundamental haciendo del humedal de agua dulce más grande del país una Reserva Natural y Misiones, apenas un tiempo después, hacía lo propio multiplicando sus áreas protegidas selváticas. Ambas provincias, en este sentido,  comenzaban a marcar un rumbo estratégico a nivel nacional que las posicionaba de la mejor manera ante el resto de las provincias. Se convertían en las provincias con mayor cantidad de superficie protegida que ninguna otra. A su vez, estos estados provinciales comenzaban a cargar de la importancia turística que poseen sus paisajes característicos, como lo son el Iberá en Corrientes y la selva paranaense en Misiones. Así también empezaba un género competitivo original entre las dos provincia, aunque sano, servía para que cada una mejorara en sus cometidos.

El trabajo de las partes fue arduo y duro. Fueron muchos los actores claves que contribuyeron vertiginosa y desinteresadamente en ambas provincias para ver finalmente reflejado sus esfuerzos. Vale aclarar en esta historia, que entre Misiones y Corrientes siempre existió un paralelismo que permitiera aunar esfuerzos para el trabajo conjunto en el diseño y planificación de sus áreas naturales protegidas. Aún así, ambas, en cierto modo, se fueron fortaleciendo en la medida de sus posibilidades y buscaron crecer entre contextos políticos y económicos no siempre favorables: También puede afirmarse, que lograron constituir sus propios sistemas de manejo, control y conservación, las que solo eran superadas, obviamente, por el sistema nacional constituido bajo el paraguas de la APN. Todo un logro para la perpetuación de un conjunto patrimonial tan caro para misioneros y correntinos como para todos los argentinos.

Puede decirse que Misiones en algún momento de estos últimos veinte años, tomó la delantera respecto a Corrientes, aumentando la superficie protegida; consolidando, profesionalizando y haciendo crecer su cuerpo de guardaparques y fomentando el establecimiento del segundo centro de formación universitario de Guardaparques que se hubieran creado en el país. No obstante, en Corrientes se avanzaba con el agregado, aunque pocos e insuficientes, de nuevos Guardaparques y así también se inauguraban seccionales en nuevas unidades de conservación. A esto se agregaban en ambas latitudes, equipamientos de vanguardia que favorecían el trabajo de sus cuadros. Todo marchaba viento en popa. Es más, Misiones agregaba su vocación conservacionista creando un Ministerio de Ecología aunque en Corrientes todavía no quedaba firme el destino del área, hecho que recién sucediera en 2010.

Para aquellos tiempos, podría decirse, que asomaban como modelos. Misiones creciendo cada día más y Corrientes, con algunas dificultades, continuaba con su esfuerzo.

Pero un día todo cambió. El paralelismo entre las dos provincias se rompió y convergieron en varios puntos de encuentro. Lamentablemente esa convergencia no fue precisamente por el trabajo conjunto sino por empezar a encontrar, raudamente, fuertes presiones que comenzaran a debilitar todo el esfuerzo que las mismas provincias habían llevado a cabo. Ambas coincidieron en encontrar gobiernos poco o nada interesados en la perpetuación de sus recursos naturales basados en criterios de sustentabilidad. Ambas coincidieron en hacerse de gobiernos que en los discursos declamaban un abrazo al desarrollo sustentable mientras que en la realidad poco y nada se reflejaba. Ambas provincias coincidieron en gobiernos que avanzaron sobre sus áreas naturales protegidas pero para recortarlas de presupuestos, de equipamientos, de infraestructura. Ambas provincias coincidieron en empezar a dejar a la buena de Dios el destino de las mismas. Ambas provincias coincidieron en una subestimación absoluta hacia sus cuerpos de Guardaparques, sea sometiéndolos al escarnio que significan sus salarios miserables o al olvido de sus demandas de los más mínimos elementos de trabajo.

¿Vaya casualidad no? Todo un proceso que en su momento los propios estados habían perjurado llevarlos adelante y aceitar los mecanismos para que sucediera, comenzaban ser dejados en el abandono, que al presente, se hace extremo. Y escribiendo sobre el presente, vale decir que ambas provincias hoy cuentan con máximos referentes a los que directamente no les interesan estos asuntos. Una ministra tirana al frente del Ministerio de Ecología de Misiones y un ministro mentiroso en el Ministerio de la Producción en Corrientes. (Aunque resulte cómico, Corrientes aún no posee un Ministerio de Ambiente, Ecología o algo que se le parezca y mantiene bajo la cartera de producción, la administración de sus recursos naturales ¡El lobo cuidando las ovejas!). Se dice una ministra tirana en Misiones pues su estilo es ese, descuidando claramente las justas demandas del cuerpo de Guardaparques misioneros y de sus equipos técnicos. En Corrientes en el ministro responsable, sin ser tirano, en cada reunión por asuntos salariales del cada vez más pobre cuerpo de Guardaparques y equipo técnico, mintió descaradamente sobre aumentos que nunca llegaron y cuando alguna vez se propuso salvar sus mentiras impiadosas, ¡utilizó fondos operativos que dejaron sin trabajo a las seccionales! En ambos casos, estaría demás hablar de que alguna vez, al menos para recrearse un poco, hayan pisado las seccionales y adentrarse en los trabajos que allí se realizan. En Corrientes el ministro no lo hizo nunca pero el gobernador lo hizo varias veces. En Misiones la ministra tampoco lo hizo nunca y el gobernador solo se ocupa cuando, en algún parque, le quieren cobrar la entrada a algunos de sus familiares.

Esta es la realidad que hoy enfrentan en conjunto las áreas naturales protegidas misioneras y correntinas en general y sus cuerpos de técnicos y Guardaparques en particular. Es el punto de encuentro que nunca antes habían alcanzado ambas provincias. En Misiones al menos, gran parte del equipo de custodios de los últimos relictos de selva paranaense, poseen estabilidad laboral y asimismo, se encuentran sindicalizados, por lo que pueden abiertamente manifestar sus reclamos, incluso con piquetes, ollas populares y otras reclamaciones. En Corrientes, la cosa es peor. Gran parte del equipo consagrado al cuidado del gran  humedal argentino, está contratado por lo que no poseen cobertura sindical alguna. Por eso es que estos se encuentren más que desprotegidos ya que las amenazas del despido o la no renovación de sus contratos se convierten en fantasmas permanentes.

Hay que agregar otros aspectos comunes que hacen al trabajo en y para el patrimonio de ambas provincias. En Misiones, cada guardaparque, en función de la superficie protegida, debería custodiar 9.500 hectáreas de selva, lo que dadas las condiciones ambientales que implican resulta en una friolera cantidad. En Corrientes, cada Guardaparque, en promedio, debería custodiar 40.000 hectáreas (léase bien: 40.000 hectáreas) aunque debe reconocerse que gran parte de ellas son humedales poco accesibles. Los misioneros no poseen vehículos para trabajar y los pocos que tienen, no poseen las condiciones adecuadas. Los correntinos poseen algunos vehículos para trabajar pero gran parte de ellos están averiados. Ambos cuerpos no posen la disponibilidad del combustible necesario, y muchas veces, deben afrontar gastos de trabajo con sus propios bolsillos. Con la comunicación pasa lo mismo. Los correntinos si bien poseen teléfonos, la mayoría del tiempo se los cortan por falta de pago. A los misioneros les pasa algo similar, aunque no todos son portadores de elementos de comunicación. En Misiones les exigen a los jefes de zona llegar hasta Posadas una vez a la semana para rendir informes, cuando a veces no tienen ni para llegar a la esquina de sus casa. En Corrientes a los guardaparques les exigen informes que deben ser enviados por internet cuando la mayoría de las veces no poseen este servicio (en el medio del campo medio difícil no?) Así las cosas, ni en una ni otra provincia, es posible trabajar. A ello se agrega, que existen técnicos y guardaparques que no poseen asignación laboral ya que son ciertamente perseguidos o desplazados por sus continuos reclamos antes estos hechos.

Y la lista sigue. En Misiones no se suma personal técnico desde el año 2007. En Corrientes los últimos ingresados datan de 2010. Todo sin contar a aquellos que ante las pésimas condiciones de trabajo, terminan optando por renunciar emigrando hacia otras provincias o lugares que comienzan a ofrecer mejores condiciones profesionales.

Coinciden también en que se las pasan despotricando contra la Administración de Parques Nacionales por “avanzar” sobre su patrimonio a través de diversas acciones que esta institución nacional lleva a cabo en esas provincias o el mismo Ministerio de Turismo de la Nación. Mientras tanto, poco y nada hacen para cuidar lo propio. La moraleja de esto es que si no se cuida lo que es de uno, seguramente algún otro vendrá a cuidarlo, como bien empieza a suceder. Menos mal que la APN posee nobles objetivos y aunque indirectamente, contribuye para el cuidado de los recursos misioneros y correntinos, porque o sino, Misiones hubiera perdido mayor masa de selva y Corrientes perdería mucho más aún en el posicionamiento que viene registrando el Iberá, tanto a nivel de conservación como a nivel turístico.

Y hablando de turismo, otra vez encontramos coincidencias. Misiones se muestra al mundo con su selva única. Corrientes busca mostrar al mundo su Iberá. Pero si bajamos a cada sitio en el que llegan o llegarían los turistas, caeríamos, otra vez, en el resaltado de las falencias y deficiencias que poseen las áreas de usos múltiples de las áreas protegidas de las dos provincias. En Misiones pasa que muchas seccionales con acceso público siquiera tienen comodidades o alguna oferta interesante para el turista para que disfrute de la naturaleza, lo que obliga a los guardaparques a apelar a la originalidad para generar un buen impacto. Lo mismo sucede en Corrientes, en las que también en algunas seccionales, el guardaparque tiene que ceder su baño de uso personal, para que los malones de turistas hagan uso. A todo eso, los uniformes que proveen a los correntinos para presentarse ante esos turistas, parecen comprados en Bangladesh (no por el origen sino por los colores y la baja calidad). Los uniformes de los misioneros, aunque muy buenos, deben ser comprados por los mismos guardaparques.

Se mire por donde se mire, la situación de las áreas naturales protegidas en ambas provincias, es sumamente  crítica. Y la cosa no pasa nada más que por los miserables sueldos que cobran los técnicos y guardaparques. Tampoco pasa por la falta de insumos, aunque entiéndase, son de suma importancia, ya que dignifican a las personas en todas sus dimensiones y realzan su profunda vocación. La cosa de fondo pasa por el total y más absoluto desinterés en el que caen los gobiernos provinciales, que en otros tiempos, se erigían como verdaderos modelos de gestión de sus espacios protegidos. Se trata de un desinterés jamás visto por estas latitudes subtropicales argentinas. Un desinterés que finalmente desemboca en la desidia enlodada con el cinismo de los funcionarios encargados.

En el nombre del desarrollo, se justifican. Pero erran hasta en eso, puesto que no pretenden el desarrollo. Pretenden un crecimiento sostenido en la nada y en la autoperpetuación en el poder.

Cuando en Misiones como en Corrientes, desde las esferas gubernamentales se piense en el desarrollo, estos problemas comunes empezarán a diluirse. Mientras tanto… se deberá continuar con los brazos en alto y afianzando la vocación; porque son estos los momentos que sirven para el fortalecimiento de los que día a día, se ocupan de resguardar algunos de los tesoros naturales más importantes que tenemos los argentinos.

Inspirado en hechos reales. Cualquier persona que se viera afectado por el contenido de esta nota, se le recomienda la visita a cualquiera de las reservas o parques naturales de cualquiera de las dos provincias. Si por acaso alguna persona se mostrara sensibilizada por lo precedentemente escrito, dirija sus inquietudes a los respectivos ministerios. Si alguna otra persona encuentra desacuerdo con lo expresado, será que es oficialista de alguno de los dos gobiernos por lo que también se le recomienda la visita a las áreas protegidas misioneras o correntinas y solo observe las condiciones de trabajo; luego hable con el guardaparque destacado y saque sus conclusiones. Si aún persiste en la idea de que todo lo expresado es un cuento, hágase político en Mongolia. Recomendación final: cualquier persona que llegara a una reserva correntina, evite dejar limosnas al guardaparque, porque no es impresentable ni menesteroso. Solo su ropa lo es.